Martescito de recomendaciones: El síndrome de París
++ para síndrome, el que voy a tener yo cuando pase mi viaje y ya solo me queden interminables semanas de trabajo.
Llegas a París y, en vez de mujeres con boinas rojas fumando cigarrillos finos y alargados en cafés destartalados frente a majestuosos edificios palaciegos, te encuentras con calles sucias, un metro que no tiene ni ascensores ni escaleras mecánicas y hasta puede que te cruces a algunas personas vestidas de Bershka. Horrible. Algo así es el Síndrome de París. Lo opuesto al de Stendhal, que es un poco el telele que te da porque estás ante algo tan bonito que tu mente no lo procesa correctamente. No quisieron llamar a este, al bonito, el Síndrome Times Square porque las comparaciones son odiosas y ya sabes cómo se ponen los franceses cuando se enfadan.
No es broma: los dos síndromes, el de París y el de Stendhal, existen (‘sisten’, que diría mi actual hijo).
El de París, en concreto, le ocurre a un número irrisorio de personas, que son, sobre todo, mujeres japonesas, y que al parecer por herencia cultural idealizan la ciudad del amor y al llegar allí y ver que no es una peli de Amèlie, que hay calles bonitas pero también suburbios y que en hostelería son tirando a bordes, les dan sudores, mareos, taquicardias. La única cura es irse de allí cagando leches, una expresión que demuestra el poco glamour que tiene realmente esa persona en su interior. Tampoco es broma. La embajada tiene un teléfono para atender a estas personas y buscarles vuelo urgente. Que aquí muchas risas pero estoy trayendo información verídica y contrastada por Wikipedia e Infobae, ya solo me falta que lo confirme el Osito Tito para tener tres fuentes fiables.
Pienso mucho en este síndrome porque es más fácil eso que ponerme a planificar una visita a la ciudad, la verdad. Y porque yo he creado mi propio Síndrome de París. Una, que además de loca es inventora y además se va de viaje1.
No, no creo que me vaya a dar un chungazo al ver el enésimo bar con bocatas de mal aspecto o restaurantes con cafés a seis euros. De hecho me he preparado para lo contrario: he hecho memoria de la última vez que fui a la ciudad (la última, dice la flipada, y ha ido DOS VECES en su vida, y de eso hace décadas). He hecho memoria, decía, para recordar la parte de París fea: efectivamente, mucho menos idílica de lo que la literatura, el cine, mi amiga Patri o el maldito Instagram nos venden.
Pero no es ese mi síndrome; el mío es de emoción, y podría ser cualquier otra ciudad la que lo despertase, pero es París porque es donde voy a viajar en unas semanas y mi propio Síndrome de París es el nudo que se me pone en el estómago, la ilusión contenida, cada vez que estos meses he pensado en París. Era ver una frase en francés y pensar que me hablaba directamente a mí. Comer un cruasán sin emoción porque pronto iré a la meca de los cruasanes… Todo de este palo, porque la verdad es que soy tontísima.
Y también porque hace años que no viajamos así, en plan toda la familia montando en avión y yendo a una ciudad extranjera. Desde que tenemos hijos, es la primera vez (pandemia, pereza, no son excusas, es la vida).
Como siempre siento envidia de quienes dicen que hay que viajar con niños y que conozcan otras culturas para ser abiertos de mente, pues ya tengo el check preparado. Pienso recordarles esto cada vez que se tercie a lo largo de su vida para que lo recuerden. ¿Que montan pataleta porque quieren algo? Sé abierto de mente, que comiste una napolitana en París. ¿Que les cuesta desenfadarse con algún amigo? Sé abierto de mente, que tú has oído hablar en francés y no lo que hace tu padre cuando hace un “Idiomas, querida”. Así con todo y hasta la eternidad, como las buenas tradiciones familiares.
Y bueno, pues que me he inventado el Síndrome de París propio porque, total, el otro solo le afecta a unas pocas personas y el mío, si queréis, lo cedo para que lo utilicéis cuando os venga en gana. Emocionarse es gratis: las taquicardias y los sudores mejor para los domingos en casita.
RECOMENDACIONES
Unas Ray-Ban Wayfarer
Resulta que yo pensaba que el mundo entero llevaba estas gafas.
A ver, me explico; soy consciente de que no y de que además valen un pastizal, pero por lo general pensaba que era una moda extendida a nivel mundial. Sin embargo, leyendo una newsletter que me gusta mucho porque su autora (estadounidense) localiza tendencias y las traduce en prendas vintage a la venta, me ha parecido curioso que ella haya destacado, precisamente, el uso extensivo de estas gafas en España. Ha estado doce días de visita y sus conclusiones (acertadas, creo) son peculiares y para mí inesperadas. Me da esperanza saber que no estamos TAN globalizados.
Así que bueno, si aún no tienes unas Wayfarer y puedes permitírtelas, apúntate a la moda, calidad de visión y molonidad siempre aseguradas… Aunque aparentemente las llevemos ya todos.
Una carpeta para puzzles
Yo hacía miles de puzzles con mi madre. Me sigue encantando y espero volver a ello algún día. El problema que se te presenta con ese hobby es el propio puzzle: ¿dónde lo metes? No quieres tener colgados todos, créeme (ni son bonitos, ni coordinan entre sí ni son una cosa muy limpia, atraen polvo que da gusto). Por eso me ha parecido MARAVILLOSO este archivador para guardarlos. Dónde lo guardas luego es un problema del que ya, honestamente, no me voy a hacer responsable.
Lo he encontrado en Amazon y no es barato (creo que en Temu hay opciones más económicas pero no trabajo ese marketplace porque en algún momento hay que parar).
¿Necesitas más espacio? Cómprate una casita en una isla
A lo mejor así no necesitas el archivador de puzzles… O puedes comprarte muchos archivadores. Me encanta esta casa con isla casi propia en Canadá (lo más parecido a Estados Unidos sin tener un Cheeto por presidente). En los comentarios la gente ya se ha montado la película y hasta cuatro temporadas de serie y no me extraña. Dejaría de soñar con tener mi propio pueblo a cambio de comprarme esto que, por otro lado, como dice mi amiga Ana, cuesta como un piso en mi (modesto) barrio.
La expo de Friends
Fui el día que la inauguraron, subí una foto a Instagram y me olvidé. ¿Por qué? Pues porque no la disfruté. La Expo de Friends en Ifema es un sitio para compartir (igual por eso se llama Friends Experience, para que te lleves a alguien): tú sola no puedes intentar subir el sofá, no puedes hacerte fotos en el salón de Monica… En fin, necesitas ir con alguien y yo iba sola. Lo tenía todo para mí el tiempo que necesitase, pero bueno, a veces no es el momento. Lo que sí he pensado es que igual quienes me leéis sí tenéis amigos, os gusta la serie y quizá queréis ir esta Semana Santa pero dudáis si merece la pena: para mí, mucho. Y eso que yo ya había estado en el piso de Monica (lo pusieron en Matadero hace unos años) y en el Central Perk (uno de los highlights en mi etapa californiana de dos semanas y en mi vida en general).
Un club de lectura con comida
Nunca he estado en un club de lectura y no sé si es algo que encaje conmigo. Ahora mismo, en absoluto, porque no estoy leyendo nada (porque no he encontrado nada que me motive y porque en el autobús ahora voy escribiendo como parte de ese proceso creativo que os conté). Otros ratos, porque no me quedó lo suficiente con los detalles de lo que leo como para debatir sobre ello, creo. Solo me motivaría un plan tan cuqui como este (inmediatamente he necesitado tener un invernadero, quizá en mi casa canadiense).
Los bodegones de Pepe Baena Nieto
Creo que fue mi amiga Teresa Lunares la que me habló de este artista, que ha ilustrado la última campaña de Cruzcampo. Sus bodegones son tan tan realistas que me emocionan. Todos. El de las galletas Dinosaurios diría que hasta te remueve por dentro.
Ahora (y no sé si ya habrán agotado existencias) tiene una nueva serie de láminas disponible en dos galerías de Madrid. Como estoy en racha y he conseguido la camisa de Primark, no sé si he gastado toda la suerte, pero sería lo máximo conseguir una.
Los huevos de Dia
Hace mucho tiempo que no hablamos de supermercados y especialmente del supermercado con más productos buenos escondidos entre sus estanterías. Sus patatas fritas ya sabemos que son las mejores (aunque la última vez me fallaron un poco y me pasé a las fritas en sartén de Mercadona y han alcanzado el podio en mi selecto ránking aperitivil), pero poca gente está hablando de sus huevos. Me encantaría hacer una broma sobre esto pero no somos hombres heteros, por favor… No toquemos los huevos.2
Bueno, pues vengo a deciros que los huevos camperos de Dia son top quality. La cosa se ha puesto tan seria ya que me he tenido que hacer socia de este supermercado porque cada vez voy más (aunque también es verdad que cuando me abran el Aldi a 50 metros más cerca de mi casa, no respondo de mis actos):
H&M lo vuelve a hacer
No es una combinación rosa y roja. Tranquilidad todo el mundo, vamos a dejar respirar mis obsesiones. Pero bueno… Son rayas. En colores inusuales.
Hay una nueva colección de cerámica con su bol, su taza, su tetera, y un cucharón, su maceta y… Este precioso plato a 6 euros. Pero por qué a mí, de qué plato me deshago ahora para que entre esto sin desatar un divorcio exprés.
Y hasta aquí lo de esta semana. Gracias por acompañarme, bienvenidas las gentes nuevas que llegáis desde el Telegram de Carmen Pacheco (qué absoluto honor ser mencionada) y desde las recomendaciones de Natalia en la puerta del cole y Peñuelas.
La semana que viene me tomo un descanso porque vacaciones, niños y newsletter puede ser una combinación demasiado estresante, y como de las dos primeras cosas tengo que hacerme cargo sí o sí…
Os aviso de que mi cumpleaños es el 17 de abril y me encantan las felicitaciones y especialmente los regalos (y mucho, MUCHO, el rosa y rojo).
Un besi
Y si se os hace larga la espera, aquí dos de los post de los que he hablado hoy:
Martescito de recomendaciones: Tener un pueblo
Mi pueblo. Ay, mi pueblo. ¿Por qué no puedo tener mi propio pueblo?
Martescito de recomendaciones: el 27
Cada vez que se abre el semáforo hay una nueva oportunidad de cruzar (no sé por qué todos venimos del otro lado de la calle): y cruzar significa subirse al autobús.
Lo100to.
¡Cómo me gustan los martescitos! Gracias Araceli! (Aunque nos creas muchas necesidades 😉)
Bueno París... menudo tema... si lugar favorito en el mundo y donde sin duda debí haber nacido para no vestir como una catalana (prou)...pero sin duda eso me haría más insoportable y antipática de lo que puedo llegar a ser. Para mi es una ciudad que más que Stendall me da ese síndrome de sentirme en mi lugar, donde siempre supuse que debí haber estado aunque nadie mes esperara.
Estoy deseando volver, patearla (odio el metro) y descubrirla con Júlia aunque ya fuimos juntas hace unos años pero era tan pequeña que no se acuerda de nada...
Ay París...
No es que el resto de temas y recomendaciones no me interesen amiga pero es que PARÍS...