Martescitos de recomendaciones: un hobby (o todos)
+ la lista de cosas que haría si no hiciese falta trabajar para vivir
Odio todos los comentarios manidos o lugares comunes sobre el trabajo. En realidad, odio el trabajo. En general. Pero sobre todo odio (y ya van tres veces que digo esta palabra tan fuerte) las frases hechas (salvo si las decía mi madre, y perdón por el monotema, estoy ajustando mi nueva forma de ser).
Cada vez que alguien me deja hacer una línea editorial, algo que se me debe de dar bien porque ha pasado en diferentes ocasiones, he prohibido cualquier expresión que suene a repetida mil veces… Aunque hasta a mí se me escapen de vez en cuando porque también tenemos que deconstruirnos y evolucionar en esto, no era suficiente aprender sobre feminismo, machismo, humanidad, crianza, nutrición y calzado barefoot. Ahora, también, sobre refranes.
Pero es que las peores cosas se dicen sobre el trabajo. Que dignifica (esto ya lo dije aquí). Que es mejor mantenernos ocupadas. Que… MENTIRA TODO.
Todas esas frases repetidas de generación en generación solo esconden una mentira que nos contamos para seguir produciendo como si no pensásemos (yo lo hago, MUCHO) en una verdad inquebrantable: que este sistema está mal montado y que seguramente viviésemos mejor si las máquinas lo hiciesen todo, no existiese el dinero y nadie tuviese que trabajar.
Ahora es dificilísimo desmontar este mundo, teníamos que haberlo pensado bien en el origen.
El caso es que hay otro tipo de personas a las que les gusta la excusa que da el refrán: porque existe y está entre nosotros un tipo de gente que no sabe qué haría con su vida si no tuviese que trabajar. Un señor con el que coincidí el otro día en un evento me dijo literalmente que no se jubilaba por no estar en casa y aguantar a su pareja… No solo me pareció triste, lamentable contárselo así a una desconocida, sino que noté un choque entre sus pensamientos y los míos a otro nivel: ¿cómo que aguantar a su pareja? ¿Acaso no sabe que puede tener cada uno su gran parcela de vida y cruzarse solo a veces con sus convivientes?
Yo lo tengo claro, si no tuviese que trabajar, haría muchísimas cosas. Como experta en hobbies, estos son todos los que abrazaría, con ganas, si no tuviese que ganar dinero:
Puzzles.
Y diseñar puzzles, ahora que sé que puedo hacerlos personalizados.
Bordar.
Coser.
Tejer.
Cerámica. Vajillas y vajillas, nunca el torno.
Grabar madera.
Scrapbooking.
Cocinar absolutamente todas las recetas de uno de mis libros de cocina. De Jamie Oliver casi seguro porque tengo (actualmente), doce ejemplares.
Aprender coreografías.
Leer sin parar.
Escribir sin parar.
Bailar cada canción que suene.
Ir a la peluquería.
Incluso pasar antes por el gimnasio.
Aprender fotografía.
Aprender a pintar.
Hacer cestas de caña.
O taburetes trenzados, que vi una vez 500 tutoriales y no me olvido de las ganas que tenía.
Aprender de horóscopos, lunas, piedras y cartas del tarot. Astrología, el reto.
Ver Friends en bucle.
Cultivar plantas aromáticas en casa.
Jugar a juegos de mesa.
Y hacer los solitarios que me enseñó mi madre.
—-
Esta es la lista en la que pienso muchas mañanas, la recorro mentalmente mientras avanza el autobús y pienso en todo lo que podría disfrutar si no viviésemos en la trampa de trabajar para vivir. A veces me anima y otras paso a calcular cuántos años me quedan para jubilarme. Cualquier cosa que no sea “hoy mismo” me viene regumal.
Me abrazo a los hobbies porque son la esperanza, el clavo ardiendo, por mucho que digan…
Sobre esto ya hablaremos, porque si quieres socializar, ten hijos (lo dice Pantomima Full, como todas las verdades que nos molesta que vean ellos antes que los demás).
A lo que voy, y sobre lo que estoy dando vueltas ahora mismo es que ahora que estoy en modo “lo que de verdad importa” me cuesta muchísimo entregarme al capitalismo, ni para ganar ni para gastar, quién me ha visto y quién me ve. Pero bueno, dame un par de prendas icónicas en Zara y vuelvo a entrar en la rueda, que nadie se preocupe porque yo haga decaer el PIB… Simplemente, me gustaría disponer de todo el tiempo que me quede para hacer cosas que me apetezcan, y madrugar por obligación no es una de ellas.
Ojala volver a cerámica, alguna vez.
RECOMENDACIONES
A nadie le amarga un (tomate frito) dulce
Vamos a hablar de otro asunto de los que de verdad importan: el tomate frito. Mira, vamos a hablar claro. Es una cosa riquísima. Y, al igual que en el mercado de las hamburguesas caben todas, las supergourmet y el Big Mac (y todas tienen un espacio en nuestro corazón), hay momentos y lugares para todos los tomates fritos.
Por lo general, si sale de un brick, ya sabes que es batallero, pero oye, yo no le pongo ni una pega a un arroz a la cubana (españolizado) o a unos macarrones con chorizo regados con este… ¿voy a decirlo? Voy a decirlo: ESTE MANJAR LÍQUIDO. Pero si quieres ir en plan bien, si vienes con el rollo “los mejores ingredientes”, pues o te lo haces tú (ojo, que no es fácil que te salga increíble) o te compras el Tomate Frito Hida (o similar, si tienes uno famoso en tu zona, yo es que vivo en Madrid que tenemos de todo y nada). Yo creo que es un acuerdo tácito: todos en España sabemos que Hida es de los mejores, ¿no?
Y luego si quieres una opción intermedia, cero saludable pero porque nadie se lo pide, posiblemente con más azúcar que un Chupa Chups… Es el Tomate Frito Receta Artesana de Hacendado. Lo de Receta Artesana es la típica cosa que no dice absolutamente nada pero no hace falta más información en la etiqueta porque ya te lo digo yo; es adictivo. Si te manchas con él esa mancha no sale ni aunque gastes todo el jabón Beltrán (otra increíble recomendación, 2x1) así que ándate con cuidado… Pero es que está realmente bueno. Para el arroz o la pasta, sí, pero también para una empanada, encima de unas albóndigas, con unas salchichas, a cucharadas cuando tu familia no te vea1: tú eliges tu propia aventura, pero un día en el que tienes Tomate Frito Receta Artesana ya no es un día malgastado.
El bolsito de Woman
Por cercanía (se sientan a dos metros de mí, entre otras cosas), tengo mucho cariño a las chicas de Woman (también hay hombres, pero bueno, minoría). Por eso llevo meses ilusionada con este pedazo de regalo que por fin ve la luz: un bolsito perfecto para ir moni cualquier día, firmado por Coosy (una marca que es preciosa, por otro lado) y que se consigue simplemente comprando la revista de junio. Ni confirmo ni desmiento tener ya más de un modelo, no me gusta presumir de mi elevado nivel de vida.
La colección de Parfois
El otro día me fui a comer a Comporta (Portugal) y volví. Como te lo cuento. Ya sé que he dicho que no iba a presumir de mi elevado nivel de vida pero aquí me tienes, con un plan de señora rica pero que en realidad no lo es tanto porque supone madrugar, coger vuelos con retraso, hora y pico de trayecto y… Sí, llegar a un chiringuito espectacular con una comida buenísima (¿solo yo creo que Portugal y España deberían unirse de alguna forma por una cuestión de simplificar el mapa y porque nos une una verdad innegable, que es que da igual dónde, en los dos países comes espectacular? Ya sé que hay zonas donde hay enemistad, pasa en todos los vecindarios, y que aún les guardamos rencor por no darnos los puntos en Eurovision, pero pensemos en un bien común).
Ese día, además de comerme un total de 788 gambones (y más que hubieran sido pero tengo un cierto saber estar y pudor), vi la colección The Beach Club de Parfois y es preciosa. No porque me hayan llevado a Comporta, sino porque lo es. No soy absolutamente objetiva porque desde hace años siempre encuentro cositas cuquis en su zona ropa (la que más ha ido creciendo, por otro lado), pero yo me quedo con el bolsito de mimbre (edición limitada hecha por unos artesanos de Braga que conocimos allí, al final no fui solo a comer), el conjunto de polo y shorts, el mono de rayas y en general todos los bolsos estampados al estilo martescitos pero sin ser rojos y rosas (por variar) sino azul y rojo.
A ver quién adivina qué me he comprado ya e INSISTO en que sigo aceptando regalos por estar triste. Muchos ánimos, mucho todo, pero qué total ausencia de regalos2, mi BFF me debe hasta el de mi cumpleaños.
Un podcast
Podría ser un audio hecho con este texto porque… Madre mía, ¡la extensión esta semana se me ha ido de las manos! Pero no. Es un podcast de verdad. Yo no lo he visto todavía pero sale hoy publicado: es el de Pepina Pastel (una de mis marcas favoritas, por muchas razones) y oye, si lo recomiendo es porque salgo yo. Su poquita de promo que nunca sobra. Debería añadir el hacerme influencer entre mis posibles hobbies si me quedo sin trabajo porque total, no es algo que no haya hecho ya en el pasado.
Y esto es todo esta semana, más que nada porque me he pasado de lejos del espacio que me da Substack. Gracias por seguir ahí, por todos los mensajes y ánimos, sigue siendo una etapa dura, rara, pero los martescitos son de esas cosas que me mantienen un poquito cuerda.
Si aún te quedan ganas de leer y no llevas aquí mucho tiempo, estos son otros post que te pueden gustar:
Martescito de recomendaciones: Tener un pueblo
Mi pueblo. Ay, mi pueblo. ¿Por qué no puedo tener mi propio pueblo?
Martescitos de recomendaciones: gracias (y ya)
Las enseñanzas valiosas a veces llegan cuando menos lo imaginas y ni siquiera sabes ver que lo son en directo. Es difícil reconocer un cambio vital, una señal del destino, ese algo que se quedará para siempre dentro de ti como un aprendizaje…
Si eres así de gocha, ¿eh? Yo en absoluto lo he hecho. Ni en absoluto he sido pillada por mancharme o dejarme las comisuras de esos labios con manchas rojizas delatoras.
Salvo los que me ha traído Luis, marido de mi amiga Ana (él también es amigo pero: a) no le gustan los Backstreet Joys y b) no lee los martescitos) de Nueva York, sabiendo que cumple mi sueño de ir a Estados Unidos cada dos por tres (y a partir de ahora sabiendo que me quise abrazar a una toma de riego en medio de San Francisco de la emoción que sentía cuando fui a California). Todo esto para decir que Luis sí me ha hecho regalos y ahora es de los personas top en la vida.
Justo el otro día hablaba de esto en el canal, esa gente que dice yo si me tocase la lotería seguiría trabajando... esa gente. Con la cantidad de cosas que queremos hacer. En fin hasta que nos llegue la hora de la jubilación tendremos que conformarnos con arañar tiempo para los hobbies. Yo como Marta juego a la primitiva :)
Ay qué recuerdos cuando me bloqueé en la bolsa de sanidad (trabajo como Tcae en un hospital) y al terminar el contrato pedí el paro y me tiré 1 año sabático, fue maravilloso tener todo el tiempo del mundo para mí, hasta hacer las tareas de la casa me parecía que lo disfrutaba. Luego se me ocurrió la brillante idea de meterme en una hipoteca 🫣🙋♀️ y ahora me dejo substack para los domingos e imaginarme que no tengo prisa y soy libre 😎