Tengo muchas cosas que decir sobre el agua. No sé si parece que últimamente me saco los temas de una chistera, como si tuviese una, o se los estoy pidiendo a la inteligencia artificial, pero es que cuanto más medito sobre el mundo, más engaños encuentro. Por eso, hoy le toca al agua, un tema que me concierne.
Bueno, a mí y a todos, ¿eh? Que nos va la vida en ello y quedan dos minutos para que Elon Musk también la controle.
Una vez entras en materia descubres que hay como cinco mil refranes sobre ella, y eso que son antiguos (por cierto: ¿ya no se crean refranes? ¿Aprobamos convertir “Montoya, por favor” en uno?), y muchísimos más que debería haber ahora mismo porque, sorpresa, EL AGUA SE HA VUELTO IMPORTANTÍSIMA.
Y no me refiero a “somos un 50% agua” y otras cosas que se dicen y te aportan, en concreto, absolutamente CERO información relevante. Ajá, vale, soy un ser humano y no un cactus, dime más que me interesa muchísimo.
Pongamos foco sobre un concepto: nos encanta señalar a cualquiera que nos quiera oír que el agua es gratis… Si tienes suerte de vivir en una ciudad con fuentes, claro, así que en Madrid, en su mayor parte, no es. Desde luego, no en invierno, cuando cierran las pocas que hay para que no se congelen las tuberías, un fenómeno que calculo que no ocurre desde la Edad de Hielo. Pero claro, es que tenemos la mejor agua del mundo1, no podemos ser tan generosos de, además, poner fuentes para que la pruebes.
Volviendo a lo de que es “gratis”, yo te digo que más o menos… Si no, ¿de qué vive el Canal de Isabel II? Igual es hora de llamar las cosas por su nombre y decir, como mucho, que es “barata”. Y ya.
No sé si empiezo a hacer un mal uso de las comillas, como Joey Tribiani.
Mi teoría, y el meollo principal de la cuestión, es que alguien está intentando vendernos esta moto para que bebamos más. Porque, amigas, el agua se ha convertido en un nuevo objeto de consumo. Pequeño, casi casi gratis, pero el último eslabón del capitalismo.
Por una vez, y sin querer parecer una erudita (nada más lejos, que poco sexy), traigo datos.
Bueno, a ver, datos… Digamos que son pruebas que están ahí, al alcance de todas.
Porque la obsesión impuesta por el agua empezó con la salud. Mira, la salud, no me hagas abrir ese melón. Solo diré que por culpa de la salud hacemos muchas cosas que no queremos2 y damos de comer a mucha gente (anotado ofender al sector farmacéutico otro día): nos dijeron que teníamos, perdón, DEBÍAMOS beber dos litros de agua al día. Y cuando ya no quedaba ni una persona en ninguna calle, pueblo o ciudad que no llevase esa frase grabada a fuego (irónico, tratándose de agua), resultó que, bueno, que era un decir. El daño ya estaba hecho y la maquinaria activada.
Después, llegaron las botellas. Evidentemente, no puedes usar las de plástico: no nos han prohibido el uso del brilli brilli para que no nos lo traguemos y luego vas a ir reutilizando la botella de Solán de Cabras3. No. Para eso, junto con las infinitas bolsas de tela, llegó el mejor regalo del mundo moderno: botellas de metal. Todo un despliegue de formas, colores y estampados. Eso sí, siempre de precio alto. Como el agua es barata, donde te clavan es en el recipiente. A ti o a quien te la encasquete de regalo promocional. El caso es llenarnos las vidas de botellas. Claramente, un plan sin fisuras.
Y no sé en tu caso, pero en el mío les ha funcionado; yo ya tengo una botella para cada cosa: para el trabajo, para casa, la de dentro del frigorífico, para el gimnasio, para el gimnasio cuando llevo otra bolsa… Y solo busco momentos en los que no tengo una botella asignada para adjudicarle una. A veces pienso incluso en que necesito más botellas (no me atrevo ni a sacar este tema en casa), quizá una pequeñita para el bolso, quizá una que entre en la puerta del coche, para los viajes… Quizá.
Pienso mucho en la botella de mi amiga Patri4: la tiene en su mesa del trabajo y es como un bidón, así que, en mi opinión, está quitándole la oportunidad de existir a muchas botellas de menor tamaño, tampoco está bien eso.
Todo esto viene a decir, básicamente, que si te fijas, la obsesión con la hidratación es real. ¿Qué buscan, qué quieren? ¿Solo vender botellas? No puede ser. Este es solo un punto intermedio, seguro.
Sea cual sea el motivo, que ya descubriremos, no dejan de promover el mensaje de que es muy importante la salud y sentirse muy hidratada… Palabra de Georgina.
Nunca me tuve por una antisistema, no doy el perfil, pero toda la industria acuática (me lo acabo de inventar), ese lobby H2O, no ha podido conmigo y aunque he caído en lo de las botellas, el mensaje de beber mucho no ha calado: hay días en los que no ingeriré más de medio litro en total. Soy una persona ocupada y olvidadiza, no puedo decir más a mi favor, pero si quieres, te lo cuelo como protesta.
Así que acabo con un pensamiento nostálgico… Me doy cuenta de que nos han engañado, que aquí se está gestando algo y el mundo, en torno al consumo de agua, ha cambiado. Como con todo, añoro los tiempos mejores: cuando pasabas toda la mañana en el cole y solo bebías cuando te dejaban ‘amorrarte’ a un grifo en un descanso de gimnasia. Ahora todos los niños llevan su propia botella y ese es otro increíble mundo de boquillas, materiales y estampados. También tienen diferentes botellas, según la ocasión, por lo que lamentablemente ya han sido captados por la secta de los hidrófilos.
El agua da para muchísimo, si necesitáis otro día ampliamos el tema, claramente apasionante, y que requiere algo más de investigación para evaluar su impacto y sobre todo qué es lo que no sabemos. Suena a algo que podrían investigar perfectamente en el podcast de Pizza Fría.
Como resumen de lo que sabemos por el momento, diremos que el agua es casi gratis, que al menos nos han convencido de eso, y que a pesar de que Madrid dice que tiene la mejor del mundo, yo no he conseguido aumentar mi consumo. A lo mejor necesito alguna botella nueva.
RECOMENDACIONES
Un tocaCDs (vale: nombre provisional)
Me encanta mi tocadiscos. A veces, cuando necesito que llegue el fin de semana, me imagino poniendo un vinilo, haciendo un desayuno rico, quizá hasta haga espuma para el café (voy to’ loca) y hasta puede que haya flores en un jarrón y el periódico. No tenemos sueños pequeños, decía un anuncio. Yo sí. Apunto bajísimo porque con dos niños, además, nunca se cumple… Salvo lo del vinilo, que no dejo de intentarlo porque es la palanca del mood “mañana de fin de semana”.
Lo que pasa es que me salió este vídeo en Instagram (a mí y a todas, pero mantengamos la mentira de que soy especial):
Y evidentemente lo quiero. Ya me he imaginado grabándome CDs personalizados con mi BFF (ya se lo he transmitido, claro), solo que ahora ningún ordenador tiene ranura para CDs y me doy cuenta de que una vez más nos han complicado todo y ni siquiera nos salen más baratas las cosas, al revés. Esto lo digo porque a ese mismo BFF le intenté grabar una cinta de casete hace años y la que tuve que montar para conseguir un radiocasete que grabase fue interesante, como poco.
Pero bueno, a mí me quedan CDs rondando por ahí (de los Backstreet Boys tengo maravillas de singles y ediciones especiales, no quería presumir pero presumo) y este aparato me FASCINA. Lo quiero muchísimo (si no digo esto mínimo una vez por newsletter es que no estoy haciendo las cosas bien).
Está en diferentes plataformas y precios, elige tu propia aventura: SheIn, Aliexpress o Amazon.
Las zapatillas PONY
Otro éxito de compra, podemos decir que estoy en racha. Tras recibir el jersey más bonito de la Historia (las que lo habéis pedido, confirmad que no estoy loca), me llegaron unas zapatillas chulérrimas. Las compré, y esto también va a ser sorpresa y lo sé, en Lefties. Se ha convertido un poco en el lugar donde la gente que sabemos de gastar (eso es un don) vamos a buscar zapatillas. Y mis PONY (Product Of New York) me dan la vida. No estoy en la Gran Manzana pero me siento un poquito más cerca (hace 13 años que no voy, gracias).
Las cosas que dan vergüenza
Gracias por hacer que no me sienta sola con las cosas que me dan reparo. Por supuesto, me queda la duda de si todas le daremos las mismas vueltas a todo: pasé tres semanas pensando en que tenía que decirle al médico que creía que tenía anemia, se lo dije y no pasó nada (salvo que me mandó a hacerme analítica para ver si tenía anemia, un giro de guion nada esperado).
Sin embargo, ahora veo que la lista se me quedó corta, esta registra muchas cosas más:
Para guardar la ropa de los niños
Que me ha dado nostalgia solo de ver esto lo saben de aquí a Marte… En mi versión minicasa y espacio reducido lo haré con menos ropa, pero lo haré. Quizá primero debería terminar el álbum de fotos de recién nacido de Óliver pero nadie dijo que fuese ya mismo.
Camiseta para el Club Rosa y Rojo
Estoy pensando seriamente abrir un chat en Substack solo para esto, no quiero volverme monotemática también con esto porque en Navidad ya sufrís lo que significa que me dé muy fuerte por algo. Mientras tanto, aquí una camiseta con la nueva combinación de colores que nos gusta (nótese como uso el plural para descargar culpa) pero más sutil que las rayas. En Kiabi, que ni me hacéis caso, pero están haciendo cosas ideales.
Más otra camiseta
La colección de Bialetti para Pull&Bear llenita de cafeteras ha sido un fiasco: menudos patrones mal hechos, Inditex, cariño.
Para compensar, y ahora que está en marcha la segunda parte de los Goonies, una camiseta que mola mucho, de Jimmy The Lion. Eso sí, baratita no es, precisamente.
Dos recomendaciones de comer
En la vida no todo es beber agua o hacer compritas, ¿sabes? A veces hay que descansar y llenar el estómago.
Dos apuntes:
Probé la hamburguesa de Vicio de la que hablé la semana pasada. Increíble. Podríamos decir que es uno de los mejores sitios para pedir a domicilio ahora mismo… Eso sí, el pack que han lanzado con las hamburguesas picantes, ni intentarlo, se agota cada día porque es en colaboración con un influ y, en fin, cosas de TikTok, drops, viralidad, cosas que ni entendemos los viejos, no sé qué. En cuanto pase esta semana, recomiendo pedir la hamburguesa picante de ternera, riquísima (la de pollo también, pero me gusta elegir y elijo esa).
Un sitio para comer: Issei. También es un sitio viral, de cocina nikkei, o sea japo-peruana, y está muy lleno pero es grande y con reserva no hay problema. En una semana he ido dos veces. Me gusta mucho su versión bufet (que en realidad se va pidiendo a la mesa). Cuesta 30 euros y mis recomendaciones son: sushi (los nigiris de pez mantequilla y miso especialmente), los udon, los langostinos tigre, la fideuá (sorpresa) y los torreznos.
Cómo hacer carteles (un poco de asesinos en serie)
He pasado por varias fases y estos carteles para los cuadernitos (yo siempre que voy de viaje hago uno con recuerdos) lo mismo me parecen ideales que me recuerdan a los típicos mensajes de un asesino de película. Pero bueno, nunca viene mal saber cómo hacerlos, por salir de este martescito habiendo aprendido algo…
Esto es todo esta semana. Gracias por los mensajes, por compartir mis neuras, gracias por estar siempre ahí. Recordad darle un traguito a una de vuestras botellas que la industria del agua nos está vigilando.
En realidad, un estudio de 2023 de la OCU dice que la mejor de España es la de Burgos. Vaya, ahora sí me viene bien hacerme la burgalesa.
Madrugar para ir a hacer deporte en invierno y otras pasiones que desconocías tener.
Dicho sea de paso, la mejor agua embotellada.
La hija de Marian.
Necesitas una botella nueva, eso seguro. A lo mejor tienen alguna en esos dos colores que salen por aquí últimamente (me encanta la camiseta y las zapatillas y todo). En mi post de ayer justo hablaba del miedo al ridículo (que es la vergüenza elevada al cuadrado) y de cómo combatirlo. En mi caso, el humor ayuda: ayer confesé que desde que vi Candyman no soy capaz de lavarme los dientes delante de un espejo sin empezar la retahíla, no digo más. Que tengas buen día!
Llego tarde pero llego amiga, justo a tiempo de que mañana me llegue el nuevo Martescito!
No puedo estar más de acuerdo con el drama (al menos para mi) del agua. En Barcelona no hay riesgo de congelación y las fuentes son escasas y en nuestro caso dejan de funcionar en verano, por la sequía, que al menos real es... Aún así, recuerdo beber millones de veces cuando era niña tanto en el colegio como en la calle, igual que cabinas y buzones, había fuentes en todos sitios. En cambio ahora es casi radioactivo plantearte beber en las fuentes (igual porque Barcelona no está en el ranking de mejores aguas de España, quien sabe...) y estamos condenados a ir con la dichosa botellita metálica que pesa mucho, y si tenemos niños pues claro, mochilita con otras mil cosas que pesan, mucho.
Yo no bebo mucha agua tampoco, de hecho ya ni traigo botella al trabajo porque sorpresa: no bebía, paso el día con mi taza de te y haciendo refill cada vez que la termino.
Es todo un tema el del agua y veremos de que forma nos acaba atormentando porque llegará!
Y bueno, me generas necesidades de compra una vez más pero voy a sacar aquí un tema que quizá sea conflicto de nuevo entre Barcelona-Madrid: VICIO. Te diré que para ser de Barcelona aquí han perdido mucha calidad en su delivery y en el producto. No sé si se debe a que hay VICIOS en todos sitios y la demanda sigue siendo altísima pero chica, siendo yo fan de ellos, me han decepcionado mucho en los últimos pedidos (menos en las patatas que bueno, llevan droga porque son deliciosas). Ahí lo dejo, no estaremos ante un robo por parte de la capital? No tengo pruebas pero tampoco dudas.
Para no acabar mi comentario eterno en modo drama, me quedé con las ganas de comentar el Martescito de las cosas que me dan reparo o vergüenza pero claro, soy la persona que más vergüenza propia pasa del mundo y que le da mil vueltas a todo lo que hace o dice. Coincido en todo y más con el post que nos has compartido de la vergüenza de estar vivo. Te diré que me doy vergüenza propia si me doy cuenta que he monopolizado mucho una conversación, pero a la vez me doy vergüenza si dejo muchos silencios o no soy suficientemente ocurrente/divertida/participativa,... y lo peor es que la sensación me dura... Es terrible el ser humano como nos hacemos trampas lo más grande, pero qué le vamos a hacer no amiga?
En fin, mañana seguiremos comentando!