Martescito de recomendaciones: Las tiendas de huevos
Algo esconden. Yo creo que un negocio millonario, para empezar. Necesitamos explicaciones.
Hay un tipo de tiendas que yo desconocía hasta que me mudé a Madrid1
Cumplidos ya de largo los 20 (más bien cerca de los 30, algo que evidentemente sucedió antes de ayer) me mudé con mi entonces novio y actual marido y descubrí una tienda en la que pienso más veces de las que es sano reconocer: técnicamente, solo vende huevos y estrictamente solo abre un día a la semana. ¿Por qué huevos? ¿Por qué ese horario? Tenía muchas preguntas, pero la primera y más importante fue otra.
“¿Pero esto es rentable?” le cuestioné a Pedro prácticamente indignada, ofendida quizá, señalando la persiana bajada del establecimiento. Tras la sorpresa, por supuesto, llegaba la curiosidad, y alguna vez he pasado a comprar cuando se alineaban los planetas y ver que estaba abierta (lo de los planetas es figuradamente, que ya ves que estos días se han alineado pero de verdad y lo único que ha pasado es que nos hemos cogido todos la gripe).
Por supuesto, por quién me tomas, tengo que entrar a cotillear y, además, sin pestañear, comprar un poco todo su stock.
La tienda, si es que se puede llamar así porque es más bien un almacén, tiene paredes desnudas y un único mostrador del año de la pera repleto de cosas (porque lo de los huevos es lo principal, pero hay también bollería de pueblo y cosas así, tradicionales). Además, y porque su nombre no engaña (ya es lo que faltaba, vamos), tienen pilas de hueveras de cartón cargadas de huevos detrás.
Sin haber hecho un máster de empresa ni un business plan, a tenor del volumen de la mercancía a la venta ya yo estimo que sí que es rentable.
Vuelta a la sorpresa: porque alguna vez en esta tienda me vendieron huevos de dos yemas, algo que antiguamente te tocaba por azar y que ya nunca jamás de lo jamases ocurre. Magia de la tienda de huevos que solo abre un día. Nostalgia, también, un poco.
Entre todo esto aflora también la envidia, porque si alguien puede permitirse trabajar solo una vez a la semana, qué quieres que te diga: yo también quiero.
Y vuelta a la incomprensión: ¿cómo puede ser? ¿Y el local será suyo? ¿Y viven solo con eso?
Pero, ojo, que viene giro de guion: unos años después de este descubrimiento me mudé unas calles más allá y descubrí, ¡¿qué me estás contando?! Que hay más tiendas por el estilo. Se parecen, creo que todas venden huevos y algo más. Unas abren los martes, otras los jueves, la mía, la que considero la “original”, los viernes… ¿Y todos estos locales cerrados toda la semana? ¿Locales vacíos en Madrid y nadie los ha convertido en apartamentos turísticos? Suspicious.
Para rizar el rizo, voy a dejar aquí una pista y a ver si alguien con más tiempo puede desarrollar el tema en un medio serio (si es que existe eso, porque no sé si en el New York Times este tema funcionaría mucho): por cosas que no vienen al caso (literalmente, porque he ido stalkeando varias cuentas de Instagram), he encontrado más tiendas como la mía. Pero no similares como las otras de mi barrio: iguales iguales iguales (si lo digo tres veces, por algo es). He reconocido en el reflejo de una foto de random persona el cartel que me resultaba tan familiar, de la que yo creía que era la tienda de huevos a la que ya me he referido como la original, aunque de original se ve que no tiene nada… Porque era otra. He buscado en Google Maps el nombre y, CUÁL ES MI SORPRESA, resulta que hay tiendas con ese nombre repartidas por toda la ciudad. Repito porque es fuerte: no era mi tienda, era otra con un cartel similar, nombre igual, distinta localización.
Gloria Serra, yo te invoco, ¿qué está ocurriendo aquí? ¿Quién es el dueño o dueña de Granja Jaeña (ese es su nombre) y, sobre todo, es esa persona millonaria? Muchas dudas, muchos huevos, muchos locales infrautilizados, pocos datos.
¿Solo yo considero que los huevos de calidad no los puedo desperdiciar en tortillas francesas random?
RECOMENDACIONES
Una camiseta de aceitunas
Del mismo estilo que la del esmorzaret de la semana pasada, pero esta vez ensalzando otra de mis cosas favoritas de la vida. Cuando empecé a conocer mundo (más allá de mis pequeños círculos mostoleños) descubrí con sorpresa la tienda de huevos, por supuesto, y que se cumple muchísimo lo de “para gustos, los colores”. En concreto, a la hora de las comidas: conozco ya varias personas a las que no les gustan las aceitunas o el chocolate o el huevo. Hasta entonces, los veía tan mainstream que me parecía inconcebible. Bueno, aún me cuesta entenderlo.
Para el resto de gentes, y para los chavales, que están convirtiendo en su icono generacional aceitunas, pepinillos y gildas2, una camiseta que me parece chulísima.
Las zapatillas más ñoñas, que evidentemente necesito
Pienso que la crisis de los 40 no tiene por qué ser algo llamativo. Puede ser que llegue un día en el que observes que te has vuelto una señora y te gustan cosas que antes hubiesen provocado que arrugases la nariz con disgusto. Ahora no la arrugas porque cualquier gesto exagerado se puede convertir en patas de gallo y similar.
Es el caso de la Colección de San Valentín de Converse y en concreto de este modelo que me gusta mucho y que si no me he comprado ya es porque no hay mi talla.
Si las quieres y hay tu número, regístrate primero en la web de Converse que te hacen el 20% de descuento.
Y si las quieres pero en realidad prefieres hacértelas tú, mira las que se hizo Camomile Creations…
Tiene un curso online para enseñar puntos básicos y también a bordarse zapatillas (aunque te aviso desde ya que te van a doler un poquito los dedos porque atravesar la tela tan dura no es fácil). Quedan preciosas, y si te apetece aprender a bordar, no es mala motivación…
Y otros que sacan siempre colección por San Valentín son los de Nike (que son amiguitos de Converse, les fabrican las suelas), y este año van por lo sutil (también quedan solo números grandes):
La caja perfecta de cerillas no exis…
SÍ EXISTE. Se hace con barro del que se seca al aire (y que venden en tu bazar de confianza):
Doble win y cuquez si la pintas con lo que vamos a denominar desde ya mi estampado favorito. Iba a denominarlo “mis rayas favoritas” pero iba a sonar tan mal como esta portada que en su día fue carne de meme:
Una librería en miniatura
No sé ni para qué la quiero, si lo que debería hacer es ordenar nuestra estantería librería de verdad, pero las cosas en miniatura me fascinan. Y llenarla de minilibros falsos, pues una fantasía.
Un cuelgalibros
La verdad, creo que no necesita ni introducción. Alguien con buen ojo sabrá ver que esto se puede hacer DIY perfectamente.
Y el kit de vuelo perfecto
Hoy es el día de compartir cosas totalmente innecesarias pero que nos pueden hacer la vida más bonita. Ya han pasado enero y la penitencia (un mes largo y lleno de virus, la forma del Universo de equilibrar nuestra vida tras tanta bonitez de Navidad): por si no lo sabes, ya podemos volver a disfrutar.
Si eres madre, seguramente hayas visto cinco mil cuatrocientos vídeos de kits para entretener a los niños en el coche o en los aviones. Ok, llévate lo que quieras, pero sin duda lo que las personas necesitamos es esto (cumpliendo con la innecesaria3 medida de restricción de líquidos, claro).
Hasta aquí las recomendaciones de esta semana. Espero, de corazón, que os hayan gustado. Gracias siempre por tanto cariño.
A Madrid ciudad, quicir, porque vengo a romper el mito: nací aquí y viví siempre en Móstoles, aunque a veces no desmienta a quien cree que soy burgalesa.
De esto ya han hecho sketch los Pantomima, claro.
En realidad no sé si es innecesaria, sí sé que se utiliza para hacer negocio en las tiendas de aeropuerto y que muchos se toman la justicia por su mano no dejando pasar cosas que ni siquiera son líquidas.
Me has dejado loca con las hueverías, tanto que me ha tenido que ir a Google!! pero qué fantasía es esta, necesitamos saber más, por favor, publica algo en IG que seguro que alguien sabe. Por cierto yo compro huevos XL y me salen muchas veces con 2 yemas :))) Besos
Ahora quiero ir a una huevería!