Martescito de recomendaciones: me han robado
Hacen falta más superueves. Y menos manguis, eso también.
Cosas buenas de que me hayan robado:
Tengo más tiempo para escribir.
He estrenado el móvil que tenía nuevo esperando una funda, y estrenar siempre alegra.
He entendido que el dinero no es ilimitado: actúo como si lo fuera y ahora que me han bloqueado la cuenta por seguridad y dependo del efectivo, vivo con presupuesto ajustado. No estoy segura de que sea bueno a corto plazo pero a largo puede que sí.
Cené McDonald’s porque solo me faltaba hacer la cena.
Me ha dado algo para contar en esta newsletter, como bien me dijo mi amigo Franche.
Así fue El Peor Día de la Historia
Salgo de casa a primera hora. Llega el bus. Me encanta cuando coincidimos en espacio/tiempo. Me doy cuenta de que me he dejado el móvil en casa. Ya no me encanta. Vuelvo. Lo cojo. No capto la primera de las señales del día (habrá tres).
Voy a trabajar: una presentación, otra, otra más, todo risas. En la última, un suelo algo resbaladizo, grasiento, y yo con zapatillas nuevas. Tampoco lo pienso. Aviso dos activado.
Vuelvo a casa con algo de prisa y poco en el estómago y encima es tarde así que, por conciliación, no me toca comer. “No pasa nada”, digo haciéndome la sacrificadita. Santi Ari Mártir del ayuno intermitente forzado. Es verdad que no pasa nada porque no vuelvo a acordarme en todo el día.
Tengo que salir de nuevo, como cada tarde, a recoger a Óliver. Y entonces… Lluvia. Me propone Pedro (para las actas, mi actual marido) ir él, así no tenemos que montar todo el dispositivo de lluvia con Lana. Según se va a ir, para. Quedamos en que, como ha salido el sol y hace día de parque, va él primero y yo en cuanto apañe a la bebé. Tercer y último aviso. El último “y si…” de antes de los acontecimientos (pero habrá más después).
Salgo de casa. Todo en orden. Ahora llevo siempre la cartera y el móvil en el bolsillo interior del bolso del carro, al que me cuesta acceder hasta a mí. Llego al primer parque (1/2). Vuelve a llover. Saco el móvil de su bolsillo complicado: llamo a Pedro. Dice que es poca lluvia, que no vuelva a casa. Guardo el móvil.
(¿Dónde?)
Llego al parque definitivo (2/2). Ahí están mi familia y amigos. Soy adicta al móvil: han pasado 4 minutos desde la llamada pero ya tengo la necesidad de buscarlo y ver si tengo notificaciones.
…
…
“Llámame a ver si aparece”.
No se me ocurre pensar que no voy a notar la vibración en el bolso. Voy a vaciarlo por si acaso, es IMPOSIBLE que no lo note.
Pedro se va a desandar mi camino.
Es IMPOSIBLE que no lo encuentre, si he recorrido 100 metros.
Pero es posible porque vuelve aún mirando al suelo. Recogemos carro, mochila, bolso, niños y nos vamos a desandar juntos.
Se viene rampa. ¿Te acuerdas de las zapatillas, el suelo que resbalaba y la lluvia? Yo no. Resbalón fuerte. Niños llorando, codo magullado y (esto no lo sé hasta después), un dolor intenso en la espalda, una rodilla y el cuello.
Deshacemos todo el camino nerviosos, el niño preguntando que cuándo va a ver la Patrulla Canina y yo ni siquiera intento convencerlo de que prefiero Bluey porque lo que preferiría sería tener mi móvil en la mano.
En casa activo “Buscar” y el móvil aparece: está en movimiento, llegando a un locutorio donde suele merodear gente extraña. Bloqueo todo por si acaso, pongo un mensaje que ya en el momento me parece naif: “He perdido este teléfono, si lo encuentras, llámame a este número.” Pedro se marcha y me siento como en Mentes Criminales, usando el WhatsApp del ordenador, siguiendo el móvil en la tablet, dándole pistas a Pedro.
El móvil se mueve entre el locutorio y la puerta de un cash converters, dos zonas en las que, sinceramente, la gente no parece de fiar (y aunque digan que no te fíes de las apariencias, esta vez tiene que ser verdad porque mi móvil está ahí). Pedro habla con todos, la policía le echa una mano, cachea, pregunta, pero el móvil, que está ahí, no sale de ningún bolsillo ni rincón.
Pasan las horas y sigue ahí. Es hora de pasar página. Pido a McDonald’s y entregan nuestro pedido a otros clientes. Sigo sin comer desde que mi amiga Ana me dio un trozo de cruasán relleno mientras me convencía de cosas de trabajo a las 9 de la mañana (ahí tenía sueño, pero tambien móvil).
Repito el pedido. Llega. Lana se pone a llorar en cuanto doy el primer bocado a mi Big Mac porque hasta ella debía de pensar que a mí ya no me tocaba comer ese día. La duermo. Como tengo la app del banco en el móvil (que sigue en el locutorio), por seguridad me bloquean también las cuentas hasta que tenga un teléfono nuevo operativo. Me tumbo, me empiezan a doler el cuello y la espalda. Pienso en lo mal que me viene que me duelan cuando Tamara (mi fisio) está de luna de miel. La vida no entiende de vacaciones a veces. Espero hasta las 12.02 para dormirme y confirmar que este día ha acabado.
¿Y si…? Tengo muchos. Y el móvil ahí sigue.
En mi trabajo ahora hay un meme con esta foto pero mi cara. No la puedes ver porque se descargó en el móvil antiguo pero vamos, Pilar y yo somos igualcitas.
Un hack que no sé si vale de algo
Evidentemente, la primera recomendación que te hago esta semana es tener activada la opción buscar en tu teléfono. Supongo que los malhechores tienen sus trucos y alguien acabará con mi móvil en sus manos, pero al menos gracias a Apple nadie podría usarlo tal y como está sin mi cara y sin llevarlo a mi casa. Algo es algo.
Google tiene un servicio similar (Find my phone, creo que se llama).
Y otro más
La siguiente recomendación es tener siempre iCloud o el sistema que elijas (si tienes Amazon Prime te incluye almacenaje de fotos ilimitadas) para conservar tus fotos en la nube. Lo de iCloud es como alquilar un trastero para cosas que no utilizas, es caro y te cobran cada mes, pero me hubiese MUERTO de pena si llego a perder todas las fotos de Lana de bebé (las de Óliver están a buen recaudo).
No todo van a ser cositas del móvil y de robos, tengo cosas interesantes también para el público general, aunque tiro de cabeza porque, claro, es que no tengo internet hasta que me hagan un duplicado de tarjeta. La vida sin móvil es la vida más complicada ahora mismo.
Una gochadita
El cruasán aplastado de Maison Kayser, no es barato (3,90 euros) y ahora que vivo con dinero justo no lo recomendaría. Pero si dispones de tarjeta, dinero y ganas de gastar, está muy rico. Sabe a mantequilla (mucho), está crujiente y tiene chocolate. Éxito. Si compartes, como hicimos Pedro y yo, te sabe a poco.
Hora del remember musical
Una recomendación musical, que mi amiga Mariana se dio cuenta de que la semana pasada no hubo y yo me debo a mi público y a mis amigas. Yo nunca fui de Take That porque yo USA SIEMPRE y los BSB (bueno, mentira, las Spice eran puro UK, pero bueno, la excepción). Bueno, da igual, no me gustaban. Pero ahora los redescubro y esta canción que no deja de sonar, gracias a su comeback, pues es que da gustito oírla.
Un club nada secreto
Hazte socix de H&M: queda gente sin saber que hay sitios a los que merece la pena de verdad hacerse socio. Este en concreto: es gratis, te dan descuentos cada poco, por cada bolsa de ropa que donas te dan 5 euros, abren sus rebajas antes para ti y además ahora te hacen un 15% de descuento en Booking. Yo no sé si compro más siendo socia (ese es su objetivo) porque con niños siempre hay algo que comprar y sus precios no están mal (con descuentos sobre todo), pero para mí merece la pena.
Ayudando a una librería cuquísima y luchando contra el ‘efecto airbnb’
Esta newsletter está siendo especial, diferente… Asi me siento desde que me robaron, diferente. Se me pasará, seguro. Pero sigo con las casualidades: hace unos días empecé a leer un libro de Jane Austen (para los no entendidos: los Bridgerton son magreos… Vamos, un poco como la mayoría de la temporada 3). El caso es que ese libro lo compré hace mucho en una librería preciosa que descubrí paseando y a la que volví con un amigo que sabía que la valoraría: Desperate Literature. El mismo día que lo empecé me salió por casualidad la noticia en Instagram… El local actual cierra para hacer pisos turísticos (con la falta que nos hacen, como hoteles de lujo, que tampoco tenemos tantos) y piden ayuda para reformar el nuevo, en La Latina. Ojalá fuese tan fácil echar una mano a esos pequeños negocios a los que a veces no sabes cómo ayudar.
Y al final, una minitele
La típica cosa que me deja sin palabras: el talento de la gente. Estoy deseando que alguien lo haga para mí, también con ‘Friends’… O con ‘Bluey’ si hace falta.
Hasta aquí esta semana rara que ha traído una newsletter larguísima. La semana que viene intentaré que no me robe nadie y volver a mi extraño pero no tanto ser.
El año pasado le robaron el Apple Watch a mi amiga N. y por mucho que la policía y ella sabían quien lo tenía (la localización en una casa, la poli en la puerta…) no hubo forma de que se lo devolvieran 😞
Pero no hay mal que x bien no venga! Así que la semana que viene nos cuentas cómo es vivir solo con efectivo, que igual es un reto para una semana de este verano…
Por cierto, el vídeo de la tele que solo emite Friends es lo más, mi hija ya se ha puesto a buscar un novio a la altura de este!!
Toda mi simpatía... Mis últimos años en Barcelona, embaraza y con un niño de 2 años, me robaban constantemente. Me queda una duda: Si le dabas a buscar el teléfono, no se oía en el locutorio el sonido ese como de sonar de submarino que emite?