Martescito de recomendaciones: Las madres actualizadas
++ o por qué no puedes criar a tus hijos sin Instagram.
Yo también me acuerdo de lo que dije de las chicas con estilo y hoy subo la apuesta. Hay para todas. No quiero ser esa que critica solo a un grupo. Si me hago enemigos, que sea en todas partes. Y si de nuevo hablo de mujeres es porque aquí somos mayoría y yo apuesto por la identificación, pero si eres padre, date también por incluido. Como cuando alguien dice “nosotros” y hay un único señor y veinticinco señoras, pero al revés, (por una vez).
Hoy quiero que conozcas a las madres actualizadas. Las que están al día, las que saben cosas.
Las reconoces al instante: van con su lookito de working girl porque de ahí vienen, del work. Cambian el café para llevar por la botella libre de BPA y a la calle. Molaba la idea de las revistas de la ropa versátil y a las 7 de un martes tomando cañas, pero la vida es más un compendio de parques, extraescolares y bañosycenas (se dice así, todo junto).
Sus líderes no son políticos, aunque no les importe ser reaccionarias y hacer piña con sus semejantes. Sus valores son básicos: la vivienda, pero sobre todo la sanidad (pediatras), la educación (los ratios, la jornada intensiva) y que dejen de desaparecer parques, fuentes y árboles. En verano también el aire acondicionado escolar y los toldos.
A quien ellas rezan (es un decir) es al triunvirato: Neus Moya, Álvaro Bilbao y Juan Llorca. Pies, cabeza y comida. Para todo lo demás, Lucía mi Pediatra. Si lo dice ella, no hay más tutía.
Las reconoces por sus zapatillas de payasete, anchas y redondeadas, el siguiente paso barefoot. Su bolso son bolsas de tela, nunca suficientes, y cargan con lo que toque. Patinete. Bici. Balón. Palas y cubos. Superthings (no me hagas hablar). Su preocupación es: “No comes nada de fruta” o “deja de comer fruta”, sin grises entre medias, aunque luego (y porque llevan a cuestas la despensa que no cabe en sus casas) hay espacio para tortitas, sándwiches, huevos duros, zanahorias en palitos, yogures y hasta algún chocolate de menos del 80% de los que llevan las otras madres, las que pasan. Quién las va a culpar.
Ellas, por si acaso, siguen poniendo fresas y plátanos en los cumples, por si alguno los encuentra entre los gusanitos y los come por error. Una pequeña victoria realfooder, un paso más lejos de su infancia mojando pajitas en la fanta.
Miran por encima del hombro a las nuevas madres, a las Cristinas Pedroches, cuando viven todas las dudas, miedos y decisiones que pasaron ellas en su momento. Ellas también creían que serían normas eternas. Lo del azúcar: date un año. Las pantallas: date otro.
No encienden la tele salvo extrema necesidad y persiguen a quien quiera hacerlo, aunque están a dos memes de distancia de protagonizar ‘Yo adicto’ tapándose la cara con su móvil.
En serio, teles y menores, a quién se le ocurre.
Se saben todos los restaurantes y excursiones con niños, los apuntan a música en edad temprana, a natación, muy necesario, y cuando por fin asumen que necesitan un ratito más para ellas porque en algún momento hay que agendarlo, los apuntan a lo que toque, si es en inglés, mejor, que nunca sobra. O chino. O italiano si tienen familia. O francés. O robótica. O lo que toque y que el niño vaya contento, por favor, que “obligado no va a ir” pero que nadie les quite el terreno conquistado
Les ponen a sus hijos nombres de tres letras que parecen hechos cogiendo aleatoriamente fichas del Scrabble. Y cuando juntas dos niños en la misma frase el chiste se hace solo.
Tienen su casa llena de madera porque alguien entendió que Montessori era leñadora o algo así: juguetes inservibles en cuanto aparecen los plásticos y luces de colores. La etapa que (también) hay que pasar.
Se resisten a dejar marchar al Pollo Pepe aunque lo odien… Y eso que tienen la cuenta de Wallapop a reventar de economía circular. ¿Se pueden regalar cromos de Pokemon de una forma discreta? Es para una amiga.
Pero por supuesto, cómo no vamos a quererlas, si son las únicas valientes que se han atrevido a aportar miembros a la sociedad. Las que hacen malabares para intentar llegar a todo, completando todas las agendas infantiles y apuntándose a colas virtuales para comprar unos zapatos blanditos de talla minúscula. Mueven una economía que ríete tú de los clubes de fútbol. Hablo de ellas como si solo las conociera pero te lo voy a decir muy claramente: la amiga soy yo.
Cuando las bolsas de tela se quedan cortas, la Kanken entra en acción.
RECOMENDACIONES
Un reminder
Justo después de escribir sobre madres, leo esto que me recuerda, también, lo que es importante… Y que, como le dijeron a mi amiga Ana el otro día, “relaje la raja” (frase más sonora pero más fea no la hay).
Pero es verdad, educar es importante, pero disfrutar debería estar al mismo nivel, no van a ser tan monos como ahora nunca más:
La influencer de Kiabi, a tu servicio
No lo soy, pero debería. Entre las veces que entro yo y las 5686 veces que me aparece anunciado, deben de tener mi IP registrada como visitante muy asidua. Nivel acosadora.
Tengo que decir a mi favor que: a) han mejorado todas sus colecciones, b) la sudadera que os conté que le había comprado al niño es un éxito cada vez que se la pone y c) la nueva línea de hogar es chulérrima.
Podría explayarme en muchas cosas pero hoy quiero centrarme en una sola: un cojín. El cojín que me ha planteado la necesidad/posibilidad de tantear el cambiar los cojines de mi sofá. No pega con los actuales pero pega con mi gusto actual, creo que me explico lo suficientemente bien como para que estemos entendiendo que está en mi cesta ya y solo falta pagar.
Dos platos obsesión
Por si no ha quedado claro en el tiempo que llevo aquí escribiendo, me obsesiono con cosas.
Nooooo, ¿en serio?
Como te lo cuento.
Están las que cuento habitualmente y así con alegría y las que llevo conmigo silenciosamente.
Pero de vez en cuando se me olvida que debo vivir en sociedad y ser una persona normal y me acuerdo de esa obsesión. Por ejemplo, dos platos1. Otro día os hablo de una comida que me obsesionó tanto que llegué a soñar con ella, yo pensaba que era de un restaurante con estrella Michelín pero era en Usera antes de que fuese el lugar turístico que es ahora. Deep Usera.
Necesito compartir que estos platos existen y son:
Las alitas sin hueso de Distrito Burger: fui el otro día y el bacon crujiente es a lo que siempre he aspirado en mi cocina (en España poca gente lo hace así, en Estados Unidos se ve que nacen sabiendo hacerlo, una habilidad inversamente proporcional a su capacidad de votar bien). Sin embargo, en lo que pienso todo el rato es en uno de sus dos entrantes: uno son tequeños y otro estás alitas que están buenísimas, pídelas con la salsa aparte, necesitas darles protagonismo, créeme.
La ensalada de Yeca Estrit Fud: ¿os he recomendado ya Yeca? Lo hago ya. Si te gusta Kitchen 154 es tu rollo. Si te gusta el picante también. Si te gusta la fusión de sabores al estilo de StreetXO pero pagar tres veces menos, ve. Si te gusta, eso sí, llevarte el olor a Yeca en tu ropa, pues también, por qué no decirlo, su ventilación no es la mejor. Aún así me encanta volver siempre que puedo y por mí siempre pediria laab neua, una ensalada que combina ternera, limas y hierbas (con guindilla). Pica bastante, pero está TAN rica que no dejo de pensar en ella. No tengo fotos pero asi podéis ir a probarla diciendo: “Me va a gustar. No tengo pruebas pero tampoco dudas”. Y listo.
Unas compritas
El otro día tuve la tarde libre. Esto actualmente significa libre de niños; sin repetir 25 veces las cosas, sin sacar 890 productos de merienda… Un poco, sin ser la persona de la que hablaba más arriba. ¿Y qué hice? Lo que más te impide tener niños pequeños (bueno, una de las cosas): irme de tiendas tranquilamente.
Lo que era una tarde de disfrute se convirtió en un momento doloroso porque descubrí una blusa que me vendría fenomenal para el evento del verano del trabajo pero no existía: lucía agotada.
Con esos mismos colorcitos ideales me dejé llevar y cuando iba dispuesta a comprar el bolso vichy de Uniqlo pues al final tuvieron que ser uno verde y uno rosa porque el cuerpo me pide pasteles al ver la luz después de los seis meses seguidos que ha llovido (en absoluto estoy exagerando):
Al rato, (es un decir, otra que jo estoy siendo es cronológicamente detallista) la cosa fue a peor porque me gustó un conjunto de Primark y TAMPOCO existía así que me tuve que comprar un vestido para compensar:
Finalmente, acabé en Zara y me compré dos pantalones porque, como le dije a Ana (la misma de antes), tienen unas cajas de autocobro (o autopago, no sé su nombre) y ahora que entre que llevas la tarjeta en el móvil y que es todo tan fácil, prácticamente es que pagas sin querer. Uno de los pantalones eran unos vaqueros que recomendé aquí hace no sé cuántas semanas, que tengo ya, y a pesar de ser exactamente los mismos, los de casa me valen y estos no me cierran. Te odio, Inditex.
También vi una camiseta que no pude comprar porque en la planta calle de Zara Gran Vía no hay las cajas de pagar sin querer y no quería hacer cola.
Al final la tarde estuvo bien aunque no conseguí la blusa, y el destino me ha premiado… Hice una llamada de socorro en Instagram y un alma caritativa me la ha conseguido, así que todo en superorden.
La tendencia
Me parece importante destacar que las bandanas son ahora mismo el complemento estrella y que yo quiero mucho una en especial. Como sé que no soy la única fan de Dani Fernández por aquí (quizá una de las más longevas, eso sí), comparto la bandana más especial de todas. Me debato entre comprármela o robarle a Fran la que lleva colgada de su mochila. Me gusta el riesgo.
Hasta aquí mis enseñanzas y tonterías de esta semana. Gracias por estar ahí, por leerme, darme feedback y por todo, en general. Ha llegado mucha gente nueva así que sed bienvenidas.
Aquí, un par de post que os podrían interesar:
Martescito de recomendaciones: Las chicas con estilo
Las conoces perfectamente. No, en persona no. Yo en persona no he visto a ni una. Puedes encontrar atisbos, sobre todo en los barrios ricos, ¿pero todo? Difícil.
Martescito de recomendaciones: el 27
Cada vez que se abre el semáforo hay una nueva oportunidad de cruzar (no sé por qué todos venimos del otro lado de la calle): y cruzar significa subirse al autobús.
De comida. Podrían ser de cerámica y nadie alzaría ni una ceja pero en este caso me refiero a dos comidas.
A ver cómo digo yo esto: clic en todo. Lo de las extraescolares sin presión, lo de vivir para ser madre perchero, y lo de "se me van a asar los niños este verano en el puto patio". Ahora compro en Vinted porque tardes libres, no muchas. Me va bien porque ahorro (tiempo y dinero para comprar aguacates y fresas al por mayor). Mis hijos, de hecho, creen que es una marca, como Zara, y no les contradigo. También como bombones a escondidas. Ah, y reclamo poner en el CV la capacidad negociadora que supone tener descendencia (y cuando son dos, ya es que es a nivel de mediador de guerra nuclear).
Todavía me pilla lejos lo de ser madre, a saber cómo soy cuando me toque, pero me ha encantado lo de Montessori leñadora jajajajsjs
Feliz semana :)
Bicos,
Carmen