Martescito de recomendaciones: El Superueve
¿Has visto alguna vez un superhéroe de verdad? ¿Con capa y todo? La vida, a mí, me ha concedido ese deseo.
Los superhéroes existen. De verdad. Pero no en el sentido del meme. En el sentido de que he visto uno y, sorpresa, me lo he creído.
Lo bueno de trabajar en el centro es que te cruzas con gente de todo tipo. Un día fue el alcalde. Dos días después, con un superhéroe. La vida, ella sola, encuentra el equilibrio y es mágico.
Lo del alcalde no tiene mucha miga: cruzó en un semáforo en rojo e iba con un traje muy bien cortado. Lo del superhéroe… Eso sí que fue una fantasía. Fantasía y realidad combinadas. Un cóctel que se nos presenta de vez en cuando y que hay que beberse de un trago.
Tanto, que para intensificar la unión debería tener su propio personaje. Yo no soy buena inventando palabras, pero Óliver sí. Aposta, ya os contaré una que pensó bien chula, o sin querer, porque todavía no controla cómo se dice todo. Normal. Como soy su madre, a mí todas las que pronuncia me encantan.
Esta es la historia de El Superueve, supersonoro.
Iba yo a coger mi autobús de vuelta a casa después del trabajo, cruzando un triple paso de peatones como las locas, que es como voy siempre porque tengo una gimkana por delante. En verde, eso sí, no Almeida Style. Llegué a la parada justo cuando se acercaba un bus. Mientras esperaba, un sonido diferente, dentro de lo que es el bullicio alrededor de Cibeles. Unas bocinas. Según yo, de camión. Según la realidad: de un chico que iba en un monociclo. Menos mal que tengo varios sentidos porque cuando solo uso uno compenso con un extra de imaginación.
El caso es que con los ojos pude ver que el muchacho iba con su monociclo y una bandera a modo de capa a la espalda. Era una bandera blanca que ponía MAD en el centro y algo escrito alrededor que no conseguí distinguir. Supongo que nunca lo sabré… Hasta que hagan la peli que se merece.
¿Qué más elementos misteriosos me encontré al mirar? Hablamos de segundos, los que tardó en acercarse el autobús, subirme, pasar mi abono y agarrarme a una barra.
No sé si era premeditado o coincidieron con él y decidieron sumarse, pero El Superueve iba recorriendo la calle con otros dos hombres que iban cerca caminando: si volvemos a hacer caso a mi imaginación diría que era un escuadrón de superueves, pero quién sabe. Los nuevos vengadores, quizá.
Hasta aquí, la parte anodina de la historia. El monociclo da su punto curioso, pero nada comparable con el ingrediente inesperado: lo que iba haciendo es lo que lo elevó a la categoría de mito.
Además de ir tocando su bocina, el Superueve iba persiguiendo a una mujer y anunciando, a voces: “¡Alerta! ¡Carterista! ¡Cuidado! ¡Carterista!” y sus dos compañeros iban también detrás de ella señalándola para despejar dudas. La señalada era una persona del montón, alguien en quien no te fijarías mientras te está robando, y supe que era cierto porque en lugar de enfrentarse a ellos indignada (lo que haría cualquier inocente), se alejaba, supongo que intentando buscar nuevas víctimas.
Así, consiguieron que en ese tramo por lo menos, y hasta donde llegasen en la persecución, la mujer no robase a nadie. Quién necesita tecnología o superpoderes cuando se está haciendo el bien.
Dos días antes habían robado (en otro punto de la ciudad) a alguien muy querido, distrayéndolo mientras tenía un bebé en brazos y me dolió mucho, no comprendo el daño despojado de moral. Así que, ya sé que está feo señalar, pero para mí ese salvador, el que impidió que a otros les pasase lo mismo, se ha convertido en un héroe con capa (dudosa), EL SUPERUEVE.
Unas zapatillas bordadas
Todo lo que hace Camomille Creations me gusta, pero este proyecto en el que ha bordado unas zapatillas… Me deja loca. Sé que me costaría mucho clavar la aguja, si no ya estaría buscando algo similar en Vinted (me fío tan poco de mi habilidad que hasta en un supuesto imaginario tiraría de segunda mano).
La magia ataca de nuevo: un fuet en bobina
A veces, es verdad; la vida puede ponerte por delante dos imágenes increíbles frente a ti. Como dice El Principito, hay que saber mirar (ya sabes, la frase viral de “lo esencial es invisible a los ojos”). Yo estoy en esa semana de gracia y, además de El Superueve, la publicidad de internet me ha dejado este regalo. Una bobina de fuet. Es alemana, no sé si su fuet estará tan bueno como el catalán, pero el invento me ha ganado desde ya y POR SUPUESTO necesito comprarlo.
Un top que te arruina pero te cambia la vida
Tengo claro que merece la pena invertir en partes de arriba bonitas. Una falda puede hacerte el look, quizá un pantalón, pero nada como una parte de arriba. Y esta es… Preciosísima. Sé que me vas a odiar por lo bonita que es y por su precio, lo siento, no podemos ahorrar y además tener ropa original, todo no se puede. ¿Te cambia la vida este top? No me atrevo a responder porque me inclino a pensar que sí.
La smashXino
El sábado tuve a una bebé dormida encima durante horas, así que, evidentemente, le di la vuelta a internet. Así descubrí las recetas de este chico, que se describe como “un xino muy xino”. Tiene recetas tradicionales chinas pero atención porque ha hecho una smash burger que la saca Dabiz Muñoz en El Goxo y te cobra 22 euros tranquilamente. Solo cambiaría el plástico en la sartén por papel de hornear, pero BUENÍSIMA (y lleva mi nueva cosa favorita, la mayonesa de mejillones).
Un restaurante que hay que probar
En Madrid salir a comer fuera de tu zona de confort de tu barrio penaliza. O no hay sitio, o es caro o es un robo o, probablemente, todo a la vez. La restauración parque de atracciones manda y es posible que Sala de Despiece parezca uno de esos sitios. Por la forma, nada más. La calidad de los productos y lo riquísimo que está todo los sacan de esa categoría rápidamente. Por eso, en esa línea me fío totalmente del nuevo invento de su creador, Sala Cero, no sabemos cómo es por dentro porque piden que no se comparta (lo nunca visto), no sabemos qué se come y apuesto a qué será caro porque ya todo lo es y porque es el Barrio Salamanca, pero también estoy convencida de que hay que ir. Aprovechemos, que en nada se enteran los que hacen virales gastro, lo sacan, y ya no habrá quien vaya.
Hasta aquí, esta semana. Gracias por leerme y recomendarme, me hace mucha ilusión. Hasta mi amiga Sisu ha empezado a leerme, ¿soy ya una influ de newsletter?
Jajajaja me encanta
Pues sí, ayer mismo me tocó a mí, me robaron aprovechando que le estaba colocando la capota en el carro por la lluvia... Es duro.